Se acerca el último partido, Quini finalmente vestirá de rojiblanco la estatua de Pelayo si se consigue el ascenso, la afición estará media hora antes en el estadio para empujar a los jugadores, Quini pide el ascenso como placebo maravilloso que lance su recuperación, todos nos mordemos las uñas, y todos confiamos en unos jugadores que nos han hecho mantener el sueño hasta la última jornada, que pase lo que tenga que pasar pero El Molinón está orgulloso de los jugadores y no se les podrá reprochar nada, en frente el Eibar, dispuesto a aguarnos la fiesta como el año de Marcelino.
El dinero de Badiola por un lado, el sueño de una ciudad por otro, no debe escaparse ni un sólo punto mañana, juntos podemos y para ello contamos con once jinetes.
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